Creo que el exilio tiene y ha tenido un papel fundamental en la lucha por la democratización de nuestro país y por tanto los que nos encontramos fuera también tenemos derecho a discrepar y ser críticos, no solo con la dictadura, sino también con aquellos que desde la isla hacen oposición. Es lícito estar en desacuerdo, sin embargo, cuando se acude al ataque ad hominem, cuando se acusa sin pruebas, se ha comenzado a jugar el viejo juego de la dictadura.
El gobierno cubano eliminó el estado de derecho para poder acusar y encarcelar sin pruebas, para poder calumniar y para poder fusilar. Quienes, desde el exilio, atacan y acusan a miembros de la oposición en Cuba sin mostrar pruebas, no hacen más que usar la lógica del castrismo, salvaguardando su calumnia en el hecho de que el calumniado no se puede defender legalmente. Cuando se acusa a Yoani Sánchez, a Guillermo Fariñas, al proyecto Estado de Sats, y a Eliécer Ávila, de ser agentes del gobierno cubano, esa acusación descansa en la comodidad que ofrece el hecho de que estas personas no viven en un estado de derecho que les garantice su defensa legal. Los calumniadores dicen estar contra la dictadura, pero en la práctica se aprovechan de ella: a sus víctimas sin derechos allí les dan el mismo trato afuera, bajo el manto y la garantía de la impunidad.
La política en su estado fundamentalista tiende más a la maniquea naturaleza del tono que al carácter multiple del color, es entonces cuando las acciones y las palabras se tornan blancas o negras; cuando esto pasa se pierde el interlocutor aunque se tenga delante. Si de verdad queremos democracia para Cuba, deberíamos comenzar a entender que lo alternativo, es parte fundamental de una sociedad plural y con derechos.
Geandy Pavón
12 de abril de 1012
Tomado de Belascoaín y Neptuno
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