¿Del tirano? del tirano di todo,¡di más!;
y clava con furia de mano esclava
sobre su oprobio al tirano.
¿Del error? Pues del error di el antro,
di las veredas oscuras:
di cuanto puedas del tirano y del error.
José Martí


PARA CUBA LIBERTAD / FREEDOM FOR CUBA!!. IT'S TIME!!!

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Friday, February 25, 2011

Sobre héroes y tumbas

 Tomado del Blog: "El descanso de la guerrera" 
de la escritora Maria Elena Cruz Varela

Febrero 24, 2011 

 

“Infelices el pueblo y el tiempo que necesitan héroes”

Bertolt Brecht


Tomo prestado el título de este artículo a Ernesto Sábato porque me gusta, lo deseaba y, además, viene como anillo al dedo.

Ayer, 23 de febrero, se conmemoró un año de la muerte en huelga de hambre de Orlando Zapata Tamayo. Murió Tamayo y la mayoría de nosotros no estábamos allí. Así es esta locura que llamamos mundo, así funciona. Orlando Zapata murió solo, no importa quiénes o cuántos  hubiera a su alrededor; al acto de morir, como al de nacer, se asiste solo porque nadie puede nacer o morir por ti. En la soledad de sus heridas físicas y emocionales, Orlando Zapata Tamayo apeló al último cartucho, a  lo único que tenía a mano: su propia boca, cerrada a cal y canto, su propio cuerpo físico muriendo día a día porque eligió entre el final espantoso y el espanto sin fin.  Se deshizo de lo único que tiranos y torturadores pueden  encerrar: esa transitoria unidad de agua y carbono y Zapata lo supo: si les quitaba el cuerpo, los dejaba sin nada. Él ya no estaba allí. Pero no quiero equivocarme pensando que murió por ti, por mí, por nosotros. No quiero aprovecharme de ese gesto de libertad que es dejarse morir reivindicando su derecho fundamental de no ser maltratado, humillado, escarnecido, prefiriendo la dignidad del Ser ante cualquier otra alternativa que estuviera por debajo de su propia valía.

“Morir por la Patria es vivir.” Dice uno de los versos del himno nacional cubano y me pregunto si éso será verdad, pero sí  sé del derecho a morir por uno mismo, por sus creencias, por su dignidad, de la que nadie tendría que apropiarse.
¿Qué ha sucedido durante este año en que Zapata Tamayo se liberó del yugo? Nada alentador ni bueno de contar. Cuba sigue siendo una isla   sumida entre el oprobio y la afrenta de su incertidumbre, a la espera de estar segura de hacia dónde se mueven los vientos para ver qué rumbo tomar, mientras estira la mesada que recibe de parientes traidores y vendepatrias.
Y no hablemos de reformas, por favor, la degeneración no puede ser reformada. Ante los ojos de esa Cuba Orlando Zapata Tamayo murió tras una larga huelga de hambre; Las Damas de Blanco fueron golpeadas  y humilladas por cubanos, no por venusinos o mercurianos; Fariñas estuvo a punto de morir en su huelga, también de hambre y ¡oh, sorpresa!, fue atacado hasta desde “fuera”.

¿Será que de  protagonismo se trata el asunto cubano? ¿Será que de verdad creemos que apagar la lámpara del vecino  -como dice M.- nos hace más luminosos y renegamos porque mientras más lámparas encendidas, más claridad? No sé, quizá. A estas alturas estar seguro de algo resulta demasiado pretensioso, además de arriesgado.

El caso es que cada vez necesitamos más héroes, mártires y víctimas. Inclino apenada la cabeza al concordar con Brecht: “Infelices el pueblo y el tiempo que necesitan héroes”, porque el cubano es uno de esos pueblos desde el comienzo mismo de su gestación.
Orlando Zapata Tamayo, cuya imagen se eleva  hoy como bandera, es, sin dudas, uno de los pocos cubanos realmente libre, porque no decidió el destino ni la vida de nadie más, en su decisión él estaba solo, solamente su vida como arma para conquistar su propia libertad.  ¿Existe alguien entre el cielo y la tierra que esté desprovisto de este arsenal para fabricarse un mundo, el suyo, un poco mejor?

Nada podrá cambiar si se sigue esperando, entre una cosa y la misma, que vengan otros a ponernos el muerto.

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Auras de Cuba nuestro amor desea:
Cuba es tu corazón, Cuba es mi cielo,
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Jose Martí