¡Adelante compañeros!
Por mucho que trato de evitar escribir sobre las fechorías que cada semana se cometen en nuestra “Olla de Grillos” local (léase el Sur de la Florida), es difícil ignorar las desvergüenzas que se cometen por la creciente caterva de colaboradores en nuestra comunidad.
Solo hace pocas semanas que dejamos atrás la vergonzosa visita de cientos de “peregrinos” a Cuba a “celebrar” los 500 años de la aparición de la Virgen de la Caridad del Cobre en las aguas de la provincia de Oriente. El problema fue que casi todos los asistentes se cubrieron de. . . bueno, definitivamente no de Gloria, así que dejemos a la imaginación de los lectores de que se cubrieron.
Ahora vuelven a la carga, y son más numerosos (bueno, parece que cada semana son más numerosos ¿o será que cada semana tienen menos vergüenza, menos pudor?) que los que acompañaron al Obispo de Miami Thomas Wenski a Santiago y a La Habana para oír al Papa celebrar misas en las dos ciudades, mientras ignoraba a las Damas de Blanco (no tenía tiempo en su ocupado programa, pero SI encontró media hora para recibir al moribundo Fidel Castro y parte de su familia en la Nunciatura de La Habana) y a los “disidentes” cubanos. También ahora son más prominentes.
Ya no cuentan solo con el Compañero Saladrigas, no, ahora se agregaron a la lista esos paragones de la decencia cubano americana que son los hermanos Fanjúl (al menos Alfonso, que además es miembro de la Junta Directiva del grupo de Saladrigas, Cuba Study Group). Los mismos que controlan los grandes intereses azucareros del la Florida, los mismos que han sido acusados de explotar y de abusar a trabajadores agrícolas no solo en la Florida, sino en República Dominicana y Haití (ver los documentales “Big Sugar” de Brian McKenna, 2005 y “The Sugar Babies”, de Amy Serrano, con la colaboración de Armando Valladares, 2009).
También se unió a esta creciente “galería” de ilustres cubano americanos, el ex miembro de la Junta Escolar de Dade County Paul Cejas. ¿Dónde se congregaron? Pues en New York, para ver, oír, y delirantemente aplaudir a ese gran cubano que es Eusebio Leal “historiador de La Habana” (y cuyo hijo maneja en Barcelona una gran galería de arte, todo íntegramente robado del Patrimonio Nacional Cubano).
Alfonso Fanjúl se reportó que declaró, muy emocionado, que no estaba allí para reclamar sus propiedades (un asistente a una de las tres conferencias brindadas por Leal tuvo la osadía de preguntar al “historiador” sobre las propiedades ilegalmente confiscadas—y nunca pagadas—a miles de cubanos y de americanos entre 1959 y 1961; la pregunta fue recibida por carcajadas de la audiencia), sino para preguntar “que podía hacer por Cuba”.
Carlos Saladrigas no estaba en las conferencia de New York. Parece que no pudo asistir. Como tampoco estuvo en la conferencia de Mariela Castro en San Francisco. Quizás eso era demasiado osado. Por cierto, Saladrigas, quien por mediación de un amigo común expresó su deseo de reunirse conmigo después de mi crítico artículo por su visita a Cuba y su discurso en el Instituto San Carlos de La Habana (todavía espero su llamada), asistió el pasado mayo 16 al almuerzo mensual de un grupo presidido por el destacado médico local, el Dr. Virgilio Beato, del que formo parte hace varios años. Saladrigas nos expuso lo que su grupo está haciendo en Cuba y lo que planean para el futuro. Básicamente es un programa educativo para preparar a pequeños grupos de cubanos a que sean empresarios en una Cuba futura (una especie de MBA—Maestría en Administración de Negocios—con cursos enseñados, en La Habana por profesores hispano americanos, principalmente mexicanos y algunos de Miami, incluyendo a Saladrigas). También planean abrir pequeños bancos para prestarle dinero a bajo interés, a esos futuros empresarios. Una labor aparentemente buena, y yo le expresé que no tenía ninguna objeción a ella. Queda ver hasta donde y hasta cuando el régimen se los permitirá, ya que muchas veces antes lo que han concedido, de pronto lo han suspendido. Sin embargo, a mi pregunta sobre si sus gestiones beneficiaban al régimen castrista económicamente, NO me contestó, lo que me causa sospechas de que efectivamente lo que hacen él y su grupo en Cuba SI beneficia al régimen.
Conozco a los Fanjúl casualmente, pero no soy amigos de ellos, como si lo fue mi padre en Cuba. No tenía, hasta ahora, ninguna opinión sobre ellos. Siempre se han mantenido muy apartados de nuestra comunidad, prefiriendo la alta sociedad de Palm Beach. Usualmente han sido buenos contribuidores al partido republicano, aunque estos millonarios normalmente se cubren las espaldas y donan a los dos partidos, no importa cual sea su preferencia política. Ahora comienzan a mostrar sus garras. Claramente piensan que el régimen castrista está en el proceso final de cambios y aperturas económicas importantes y quieren preparar el terreno para ser actores importantes en esa “nueva” Cuba que todos estos nuevos Compañeros esperan que llegue pronto. Hasta ahí, no hay problema conmigo. Después de todo, las intenciones—no necesariamente buenas—de la Fundación Nacional Cubano Americana cuando “San” Jorge Más Canosa la presidía, también eran de influenciar en grande una Cuba “libre”. Excepto que la Fundación tenía un siniestro plan maestro para apoderarse de las propiedades confiscadas ilegalmente a sus dueños legítimos en Cuba. Planeaban “subastar” esas propiedades al mayor postor, y los derechos de los dueños al Diablo.
Naturalmente, esos mejores “postores” casi seguro serían los miembros de la Fundación. Esos maliciosos planes, que todavía casi se desconocen en Miami, fueron públicamente revelados por Gregorio Escagedo, antiguo Presidente de los Hacendados Cubanos en el Exilio y gran amigo de mi padre (y mío) en una memorable reunión hace veinte años en Miami, cuando obligó a Pepe Hernández (presidente de la Fundación) a que admitiera esos planes (Pepe nos dijo a los asistentes—yo era Presidente de los Tabacaleros de Cuba en el Exilio entonces—que un grupo de “expertos” alemanes habían confeccionado ese Plan Maestro y la Fundación creía que era lo mejor para Cuba; a la injusticia de despojar a los dueños legítimos de sus propiedades y de hecho, pretender fundar una nueva república bajo esos principios, no se refirió Pepe). Pero el problema es que los Fanjul no solo pretenden quizás ser los nuevos “Reyes del Azúcar Cubano” (no lo lograrán), sino que están abiertamente colaborando con el régimen castrista AHORA. No quieren ni esperar a ver que pasará; no, están tomando posiciones ahora mismo. Eso, señoras y señores, se aproxima cada vez más a la traición.
Traición se define en el Diccionario de la Real Academia Española como “Falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener”. En la Constitución de Estados Unidos de América, donde vivimos los Fanjul, yo, y todos los lectores de lo que escribo (excepto los que viven fuera de EU; gracias a Nuevo Acción y Cubanalisis, principales medios que publican mis escritos, lectores en todo el mundo tienen acceso a mis opiniones), se define “traición” mucho más estrechamente. Traición consiste en “hacer la guerra contra [EU]”; o en adherirse a sus enemigos [de EU] dándoles ayuda y confort”. Pero nadie puede ser condenado por traición sino por el testimonio de dos testigos del acto [de traición] o por confesión abierta en Corte. Los lectores decidirán si las actividades de los Fanjúl, hasta ahora, merecen esa calificación. Yo me abstengo—hasta ahora.
Paul Cejas es enteramente otra cosa. Es interesante como el Miami Herald lleva meses “investigando” de donde salieron $50,000 del Representante David Rivera (no han encontrado pruebas de ninguna ilegalidad, pero siguen buscándolas—y publicando artículos especulativos sobre la procedencia del dinero), pero nunca se ocupó de averiguar como fue posible que Cejas, de una humilde posición en la Junta Escolar del Condado, se convirtió rápidamente en millonario.
Un millón de dólares es una suma considerablemente mayor a $50,000. ¿Será que Cejas se declaró miembro del partido demócrata en aquellos tiempos, uno de los primeros políticos locales en definirse como partidista en una posición que nunca lo fue hasta entonces? ¿Será que por eso fue nombrado embajador—sin ningunas calificaciones para serlo—en Bélgica bajo la administración de Clinton. Lo único que se me ocurre de Cejas es, precisamente, que su prominente posición en el partido demócrata tenga algo que ver para explicar su “membresía” en nuestro grupo de “ilustres” que aplaudió a Leal en New York. ¿O será que mi buen amigo Marzo Fernández, tan conocedor de la realidad de Cuba, tiene razón en sugerir que se está preparando a Leal como la nueva figura (más bien figurón) de transición en el régimen para mantener “caliente” los asientos del poder mientras los herederos se preparan para asumirlo? Eso explicaría mucho; eso explicaría como y por qué todo este grupo tan variado fue a rendirle pleitesía a quien definitivamente no lo merece.
En fin, hay que desafortunadamente seguir vigilando de cerca estas actividades colaboracionistas.
Es verdad que todos los que esperan compartir el “pastel” cubano en un futuro cercano fracasarán rotundamente, por lo menos en obtener siquiera un pedazo del pastel político. Esta gente no entiende que los dirigentes del régimen, aunque lleguen a serlo los herederos (quienes no tienen ideología–mucho menos marxista–y son simples delincuentes comunes cuyo único interés es enriquecerse, PERO manteniendo el poder político), nunca compartirán ese poder político.
Miren a China, donde después de 30 años, el gerontocrático Partido Comunista continua en absoluto control del poder. Pero los nuevos Compañeros siguen tratando de colocarse en lugares adecuados para cuando llegue la hora de compartir el gran botín, el cadáver insepulto de Cuba que piensan resucitar, al cual ellos ven la buena posibilidad de dirigir (¡hay que ser optimista!) o por lo menos, compartir la dirigencia.
Que se crean los incautos lo que dicen de tener solo los mejores intereses del pueblo cubano en mente. No es así y no tienen ningunas buenas intenciones. Aunque algunos las tuvieran, sus gestiones fracasarán por lo que señalo antes. Pero sigue la pregunta ¿por qué esta gente se comporta de esta manera tan vergonzosa? Por qué personas como los Fanjúl, que pertenecen a la flor y nata de la sociedad cubana y son exitosos hombres de negocios, actúan así? ¿Por qué lo hacen Saladrigas y Cejas, también exitosos hombres de negocios, triunfadores aquí en el exilio por sus esfuerzos y quienes no lo necesitan económicamente? No, no es porque tienen buenas intenciones, no es porque son mejores cubanos que los que nunca hemos siquiera considerado pactar o negociar con el régimen. ¿Por qué, entonces?
Me voy a permitir un breve comentario personal para ilustrar como y por qué, mi familia, y miles de otras en Miami y en el resto del mundo, llevamos más de medio siglo luchando por la libertad y la justicia en Cuba, y ahora aquí en nuestra comunidad. No es por vanagloriarme, sino para contrastar como gente tan similar a mí como los que describo antes, decidieron colaborar con el régimen en lugar de mantener la línea recta y firme que hemos mantenido tantos contra el régimen. Ni negociamos ni colaboramos. Y no proclamamos falsamente que hacemos eso por el “pueblo” de Cuba.
Mi familia llegó a Miami en septiembre de 1960. En mi casa veía a gente importante, líderes cubanos y americanos, conocidos (después) agentes de la CIA, todos hablando de lo que se estaba tramando para derrocar al régimen. Pero yo era muy joven y aunque traté, no logré inscribirme en los campamentos de entrenamiento para la Brigada 2506, ni mis padres me dieron permiso. Después del fracaso de la invasión de Bahía de Cochinos, hubo que dedicarse a trabajar, y así se hizo. Mis padres formaron una compañía de cigarros tipo cubano y todos en la familia contribuíamos, incluyendo los niños. Yo estudiaba, pero con deseos de trabajar lo antes posible. Llegó la Crisis de Octubre y su desgraciado final y oí a mi padre decir a mi madre esa mañana del 29 de octubre, cuando se “resolvió” la Crisis, que había que olvidarse de Cuba y rehacer nuestras vidas en Estados Unidos.
Así lo hicimos y yo me dediqué a estudiar, mientras me involucraba en el movimiento conservador americano. Después de tres títulos universitarios, trabajé por varios años hasta que en 1976, establecí mi propio negocio y nunca más cobré un cheque de nadie, sino lo que gané con mi esfuerzo. No nos olvidamos de Cuba, pero nunca más hicimos algo directamente por su libertad, de manera que muchos, muchos otros, hicieron más que nosotros. Pero al final de la década de los 1990s, con el auge del tabaco en EU, años después de muerto mi padre, mi madre y yo decidimos poner el nombre Trinidad de nuevo en lo alto de la industria tabacalera.
Pero no pudimos. Nos encontramos conque la administración de Clinton le había permitido al régimen castrista registrar nuestra marca en Washington. Mi madre y yo, con ayuda del gran abogado de marcas y patentes de Miami, Jesús Sanchelima, comenzamos una larga y solitaria batalla legal contra el régimen. Los mejores abogados de las más importantes compañías tabacaleras del país—y los de Bacardí—nos dijeron que nunca ganaríamos el caso, pero perseveramos, a pesar de trabajar y tener pocos recursos ambos. Y en el 2001, ganamos el caso, asestándole al régimen castrista el golpe económico más fuerte desde que el Embargo fue instituido. Por mis cálculos, le ha costado más de $500 millones al régimen. Pero casi nadie de los que leen esto se enteraron de eso.
Los medios noticiosos locales, especialmente los “comecandela” de la radio cubana, nos ignoraron, al igual que la televisión local en ambos idiomas. Solo mi amigo Tomás García Fusté me invitó a su programa de TV dos veces y El Nuevo Herald publicó un corto artículo titulado “Una Firma de Cuba se queda sin Trinidad” ¡como si la marca hubiera sido del régimen en primer lugar!
Pusimos el nombre Trinidad otra vez en el mapa nacional y mundial del tabaco, para nuestro orgullo, vendiendo la marca a Consolidated Cigar, luego Altadis USA, quienes se han ocupado de que así haya sido. Aseguramos nuestro futuro económicamente y yo me dediqué desde entonces a escribir contra el régimen y a favor de la causa conservadora en EU, que es la causa de la libertad y la justicia. Si no salvamos esos principios en este país, nuestro país adoptivo y el último que queda donde todavía podemos disfrutar de ciertas libertades, ya no hay adonde huir. Además, se llega a un momento cuando hay que pararse en firme para defender, hasta la muerte si es necesario, los principios que valen. A mi manera, ayudo modestamente a varios grupos de opositores (no de “disidentes”) que tratan de hacer algo contra el régimen. Ojalá pudiera hacer más.
Todos los que queremos y defendemos la libertad y la justicia para Cuba y para el resto del mundo, hacemos lo que podemos de acuerdo a nuestros medios y posibilidades. Hay muchos cubanos valiosos que no puede hacer nada directamente contra el régimen, pero defienden la libertad aquí en nuestra comunidad, y eso es muy importante también. Por ejemplo, mi amiga Lucy Echeverría, hermana de José Antonio, el ex presidente de la FEU en la Universidad de La Habana, muerto el día del ataque al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1958, ha establecido una Fundación que ofrece una beca para estudiantes meritorios en FIU de $70,000. ¿Se imaginan lo que pudieran hacer los Fanjul, Cejas y Saladrigas y su grupo, todos multimillonarios, más tantos que comparten sus opiniones políticas sobre un acercamiento con el régimen y una colaboración con sus dirigentes?
Si nada más contribuyeran un 1% de sus fortunas para la lucha contra el régimen, aún con la protección que el gobierno americano (todos los gobiernos, por 50 años) le ofrece al régimen desde que el presidente Kennedy y el Premier Ruso Khrushchev concluyeron su “entendimiento en octubre de 1962, quizás otros gallos cantarían. Pero no, somos nosotros, que los todavía—y siempre—defendemos la libertad y la justicia, los que somos intransigentes, los que estamos equivocados. Hay que tratar de hacer algo distinto, dicen. Hay que buscar un arreglo con un régimen ilegítimo y criminal, que lo único que ha hecho en 54 años es destruir a Cuba y brutalizar al pueblo cubano.
Así piensan estos nuevos Compañeros.
El himno del Movimiento 26 de Julio, comenzaba así: “Adelante, Cubanos, que Cuba premiará nuestro heroísmo”. Yo uso esa estrofa modificada y los llamo Compañeros. Es lo que son. Y son ellos quienes están equivocados, no los que luchamos por la libertad y la justicia. Sigue otra estrofa del himno: “La sangre que en Cuba se derramó, nosotros, no debemos de olvidar”. Exactamente. Pero estos nuevos Compañeros SI están dispuestos a olvidar la sangre derramada. Es más, quieren “borrón y cuenta nueva”. Unilateralmente. Ya he escrito hasta el hastío sobre el perdón y la reconciliación, especialmente en la Teología Cristiana, y sobre la imposibilidad de esto sin arrepentimiento, contrición y enmienda. Pero los dirigentes del régimen no están dispuestos a eso, y yo no tengo nada que “dialogar” con ellos, mucho menos puedo llegar a ningún “arreglo” con sus dirigentes. Los nuevos Compañeros si lo están. Muy bien. Nosotros nunca probablemente veremos a la Cuba libre y digna que preferimos. Ellos probablemente si verán el “renacimiento” de un régimen mezclado, semi-abierto, por lo menos en lo que a la economía se refiere. Pero nunca los dejarán compartir el poder político los herederos, aunque disfruten un poco del botín económico que ven por venir. Pero Saladrigas dice que él y su grupo solo están interesados en lograr hechos, por pequeños que sean, como ese curso que han iniciado para preparar a jóvenes cubanos a ser empresarios. No tengo inconveniente con eso. Pero al mismo tiempo dice Saladrigas que a él y a su grupo no les interesa la ideología, no quieren perder el tiempo con ideas, sino lograr hechos. Pues no, así no se puede llegar a nada. Como escribió Martí a Máximo Gómez en 1884, “General, una república no se puede fundar como se manda un campamento militar”. Sin ideas definidas, sobre todo sobre la libertad y la justicia, no se puede fundar una nueva república y de nada vale enseñar a nadie a ser empresario. Hace años, en la única conferencia de la organización ASCE (Association for the Study of the Cuban Economy) que asistí antes de separarme cuando nombraron a MariFeli Perez-Stable a la Junta Directiva, el prominente abogado cubano americano Pedro Freyre discursaba sobre las pérdidas y los derechos de propiedad en Cuba y que ese tema había que dejarlo para más adelante, pues un nuevo gobierno de Cuba no tendría la capacidad de afrontar compensaciones por largo tiempo y habían otros asuntos más importantes que considerar primero. Claro que no, le contesté. Primero que nada, como dice el Juramento Hipocrático, no se debe hacer daño. Y daño se hace, de entrada, si se ignoran principios básicos. De manera que, primero, se reconocen los derechos de propiedad de los dueños legítimos–y entonces, y solamente entonces–se pasa a considerar los medios de cómo solucionar el asunto de las compensaciones, pues no se pueden dejar ideas y derechos básicos para más tarde. Esos temas son primordiales en la construcción de una nueva república—y a Cuba no hay que reconstruirla, sino construirla de nuevo. Saladrigas y compañía deben aprender eso muy bien.
A finales de 1960, se trasmitía un programa noticioso a las 11pm por la estación radial WGBS 710, ahora Radio Mambí. Fue el primer programa en español de Miami. Comenzaba con estas palabras. “Sin libertad, la vida nada vale. Únete a la lucha contra el comunismo”. En Cuba dejó de haber comunismo hace mucho tiempo. Algunos piensan que nunca lo hubo. Pero SI hubo—y hay—un régimen totalitario que prohíbe la libertad y aplasta la justicia y todas las aspiraciones decentes de un pueblo. Estos nuevos Compañeros quieren que pactemos con ese régimen, quieren que claudiquemos, quienes que traicionemos nuestros principios.
¡NUNCA! ¡SIN LIBERTAD,
LA VIDA NADA VALE!
Hoy como ayer. ¡SIEMPRE!
Tomado de Emilio Ichikawa
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