21 de abril de 2011
En los últimos años se han multiplicado las posibilidades de producir mensajes masivos saltándose todo tipo de filtros, ya sean estatales o corporativos. Ahora bien, al mismo tiempo se han multiplicado los métodos a los cuales los regímenes autoritarios, como por supuesto el castrista, pueden recurrir cuando les apremia la necesidad de poder interceptar aquellos mensajes que las voces no autorizadas por el sistema logran difundir más allá del territorio nacional, aquel que antiguamente tenían tan bien controlado. Se puede bloquear por lo sano parando directamente el mensaje no conveniente, como ha intentado hacer el castrismo desde sus inicios, pero también existen otros métodos, como el iniciar campañas de desprestigio contra el mensajero. En este caso, se puede afirmar que el régimen castrista ha desarrollado una tarea ejemplar.
Mary C. Joyce, impulsora de un serio proyecto de estudio del activismo digital, The Meta-Activism Project, ha hecho un esfuerzo para clasificar los métodos que se usan actualmente para bloquear los mensajes que circulan por la red subvirtiendo el control de regímenes acostumbrados a la centralización. Uno de los primeros métodos, aplicados en Cuba, es el que emplea sistemas automáticos para bloquear sitios en Internet que contengan ciertas palabras. En este terreno, algunos regímenes han contado con las facilidades de software producido por compañías de países occidentales, como es el caso de Estados Unidos y Canadá. Esto lo han puesto en evidencia algunos estudios de iniciativas como la de OpenNet. En este caso se habrían beneficiado de ello países árabes como Bahrain, Emiratos Árabes Unidos, Catar, Omán, Arabia Saudita, Kuwait, Yemen, Sudan y Túnez. Todos estos países aplicaron filtros para bloquear contenidos en la red (con referencias críticas al Islam o información sobre la comunidad LGBT) mediante herramientas creadas en países democráticos. Este software, que puede ser útil para el bloqueo de ciertos contenidos en escuelas donde se ponen límites al acceso a los escolares a cierto contenido, también es de gran ayuda para la aplicación de políticas de censura en países enteros.
Más allá de este bloqueo informativo, otro de los métodos que se emplea para la limitación del flujo de información es el que dirige sus esfuerzos a parar directamente al mensajero. En este caso, la intimidación o el maltrato físico, con un objetivo claro para promover la autocensura de los activistas, son elementos clave que también persiguen una interrupción de la circulación de los discursos alternativos al del régimen. Este método se lleva al extremo con la detención y el encarcelamiento de los activistas. En Cuba, hay numerosos ejemplos que ilustran estos procedimientos: palizas a opositores o algunos secuestros exprés a los que fueron sometidos algunos blogueros alternativos hace algún tiempo, así como las abundantes detenciones y encarcelamientos de periodistas independientes y activistas, o las citas de la Seguridad del Estado.
Si no se para al mensajero se intenta desprestigiar el mensaje. Este es otro de los métodos usados para hacer frente a las voces disidentes, un mecanismo que consiste en asociar constantemente ciertas ideas con etiquetas pegajosas. En Cuba el recurso habitual del castrismo ha sido el uso de dos etiquetas recurrentes, y que han resultado plenamente efectivas para sus fines propagandísticos. Se trata del empleo intensivo e incesante del binomio Imperio y CIA ante cualquier discurso diferente al oficial. Han hecho con esto su propia versión de la historia bíblica de David contra Goliat. Y es ampliamente sabido que la Biblia es uno de los libros más vendidos de la historia.
Pero no sólo el mensaje puede ser deslegitimizado. También el mensajero sufre sus ataques y es otro método de bloquear las voces alternativas. En Egipto, las fuerzas de Mubarak forzaron a Vodaphone a difundir un mensaje SMS a todos sus abonados desprestigiando en plena revuelta a los rebeldes y mostrando apoyo a los leales al régimen. En Cuba, por el momento, tampoco sería necesario forzar a ninguna compañía telefónica para esta misión. Primero, porque no todo el mundo tiene celular. Segundo, porque el régimen ya controla todos los medios y los usa profusamente con estas intenciones. La emisión de la televisión cubana Razones de Cuba, por ejemplo, es una muestra evidente del uso de este método de desprestigio del mensajero por parte del castrismo con el objetivo de frenar los efectos de la contrainformación o de los mensajes que escapan al control del Estado.
Si todos estos métodos fallaran, el régimen podría optar por diluir el mensaje de su oponente gritando más fuerte, provocando un evento o noticia que diluyera aquella a la que quiere restar efecto. Así es que si bien nos debemos felicitar por las posibilidades de saltarse los filtros en la actual era informativa rompiendo el control informativo en los regímenes autoritarios, no es menos cierto que al otro lado no se han quedado con los brazos cruzados y saben encontrar los nuevos caminos para parar el mensaje y sus mensajeros. Tienen los recursos de todo un Estado para ello.
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