Se llaman así a los acontecimientos "
espontáneos" que hacen que una cierta cantidad de ciudadanos se reúna para recriminar públicamente a una persona o entidad.
Por inconcebible que parezca, la práctica de los llamados "
actos de repudio" sigue estando vigente en España, especialmente en el País Vasco,con la
kale borroka, y en
Cuba. En ambos países se realizan estos actos con metodologías similares y actuaciones que guardan un paralelismo sorprendente.
El auge de la organización de este tipo de actos tuvo lugar durante el mandato de
Stalin a mediados del siglo XX. Las hordas stalinistas eran utilizadas para amedrentar hasta
el límite de sus posibilidades a sus opositores.
En España tenemos muy cercanos los diferentes "
actos de repudio"organizados por los terroristas batasunos de la
kale borroka, contra los que se oponen a que la violencia y el asesinato formen parte del debate político en el País Vasco. Todavía están bien frescas las imágenes de actos contra la alcaldesa de Lizarza,
Regina Otaola.
Otras muestras de estas repugnantes prácticas de la barbarie las hemos visto bien de cerca en
UPyD, en dos ocasiones con motivo de la visitade
Rosa Díez a la Universidad Complutense de Madrid y a la Universidad Autónomade Barcelona. En ambas ocasiones la organización corrió a cargo de grupos que se autodefinen de izquierdas, aunque usan métodos, tácticas, ideas y forma deactuar de las
juventudes hitlerianas.
ACTOS DE REPUDIO EN CUBA
Pero donde realmente se ha institucionalizado la práctica delos actos de repudio es en
Cuba. Allí es el propio gobierno, a través de sus cuerpos de policía y comités represivos, el que organiza, dinamiza, sostiene y paga los incontables
actos de repudio que se producen semanalmente en la isla. Hay varios testimonios en internet que cuentan cómo se realiza el reclutamiento de las turbas, en fábricas, en comercios, en industrias se da la orden de asistencia al acto de repudio en una zona próxima. A cambio, se da un
bocadillo. A los que remolonean, se les advierte que puede
perjudicarles en su trabajo la no asistencia al acto programado.
Se sigue así la vieja táctica leninista de sembrar el
terror en grado máximo en las fuerzas opositoras, da igual que éstas sean pacifistas o usen como única arma un gladiolo. En palabras del propio Lenin hay que "desatar un
total terror frente a los contrarrevolucionarios", independientemente si para eso hay que dar palizas a los disidentes, a sus cónyuges, a sus hijos, hacerlos desaparecer, todo sirve.
¿Y en qué consiste concretamente un
acto de repudio? No hay un estándar, pero al menos debe haber
insultos y
amenazas contra la víctima. En ocasiones se llega a la agresión física, agresión que en buena medida hace que la víctima acabe en el hospital. La policía en estos casos no protege al ciudadano, muy al contrario, vigila para que los contrarrevolucionarios aprendan la lección que les están dando. Dado que los que realizan el acto de repudio están amparados por el anonimato, todo lo que hagan o digan quedará
impune. Pueden escupir, golpear o humillar hasta extremos inimaginables a sus víctimas. Nunca nada de lo que hagan va a tener como consecuencia que sean detenidos o que intervenga la justicia. Y lo peor es que las víctimas lo saben, son conscientes de esa
impunidad, con lo que el terror se amplifica en grado máximo.
Pongo aquí para que sirva de ejemplo como la opositora
Sara Martha Fonseca narra uno de los "
actos de repudio" que ha sufrido en su propia casa. Aclaro que
Sara Martha es una defensora de los
Derechos Humanos en Cuba, desfila con las
Damas de Blanco y toda su acción política la realiza pacíficamente, a pesar de haber recibido varias palizas y detenciones por parte de la policía cubana.
http://www.martinoticias.com/MartiMedia/audio/D-005_100411.wma
Escuchémosla y no podremos llegar a otra conclusión que no sea la de una condena rotunda a esta actividad de la dictadura castrista, y una petición de que sus
crímenes y el
terror que siembran sean juzgados por un tribunal penal internacional.
by
Antonio Ballesteros on Wednesday, August 25, 2010 at 2:05pm