By
Luis Felipe Rojas
Se han distanciado de la mayoría porque comen,
viven y visten mejor, viajan y veranean en hoteles, tienen internet y
programación de canales extranjeros, contratan servicios domésticos,
pero se hace difícil establecer la marca y cantidad de su riqueza.
Las canciones de regueton, las películas recientes, los posts de muchos
blogueros, los cometarios de la gente común y hasta las columnas del
Granma hablan
hoy de los "nuevos ricos" cubanos. Reciben diplomas del Banco Popular
de Ahorro (BPA) por haber llegado a millonarios en pesos cubanos, gozan
de una mejor calidad de vida que la mayoría de sus connacionales y a
diferencia del reducido círculo gobernante, no deben obediencia
ideológica al poder (aunque la muestran si se lo exigen).
Se han distanciado de la mayoría porque comen, viven y visten mejor,
viajan y veranean en hoteles, tienen internet y programación de canales
extranjeros, contratan servicios domésticos, pero se hace difícil
establecer la marca y cantidad de su riqueza.
El intelectual disidente Manuel Cuesta Morúa opina que “el verdadero
poder en Cuba está en manos de una sola familia, la de los Castros, muy
parecida a la familia de poder que había en Latinoamérica en los años
’80, alrededor de aquellas 14 familias tan nombradas entonces”.
“Las personas que ostentan sus autos modernos empiezan a distanciarse
mucho de la gente que tiene que usar el transporte público –indica
Cuesta Morúa- o del regreso institucional de la bicicleta. Hay una
división muy clara de la sociedad, que no tiene en Cuba, relación con
la productividad, porque Cuba no produce nada, sino con el acceso a los
privilegios y el acceso a las remesas desde el exterior”, finaliza.
Según el periodista Julio Aleaga Pesant “habría que hablar del
precedente que se crea cuando desaparece la ‘clase media’ a inicios de
los años ‘90. Hasta esa fecha existía una cúpula del poder que era la
única que gozaba de las prebendas, los viajes, los autos Lada, en fin”. A
partir de ahí -dice Aleaga- esa distribución de las riquezas empieza a
romperse y se establece otra jerarquía, de dinero, de capacidad de
compra, que es lo que está sucediendo en estos años.
Pesant cree que las diferencias van desde el círculo reducido del poder,
los funcionarios militares con acceso a determinadas riquezas,
empresarios y artistas plásticos muy exitosos. En otro nivel pueden
estar artistas, creadores y profesionales cuya competencia les permite
salir y entrar del país, asistir a eventos en el extranjero, etc..
El ingeniero informático Rolando Rodríguez Lobaina se considera un
hombre que lleva a diario el pulso de la calle, y afirma que el
imaginario popular ubica en un lugar a una intelectualidad con bastante
acceso a viajes y a dinero, a renglón seguido esos escalones se le
difuminan, y aparecen quienes reciben dinero del exterior. Las
pistas para identificar a quienes tienen dinero ya no se reducen a un
carro o una casa pues muchos los han adquirido por herencia y eso no
asegura precisamente ‘tener dinero’.
La bloguera independiente Regina Coyula, reside en uno de los barrios
más lujosos de La Habana y da cuenta de los drásticos contrastes que se
dan día a día. Coincide con otros entrevistados en que a pesar de la
miseria reinante, en Cuba hay nuevos ricos.
“Hay gente que se ha enriquecido producto del trabajo honrado, en base
de su esfuerzo personal, de la inteligencia y la dedicación que le han
puesto a su proyecto y hay otros que lo hacen por vías ilegales. En ese
abanico están quienes lo logran con el negocio de las drogas, vendiendo
carne de res o de caguama, o desde los manejos de una empresa
extranjera”, explica y apunta directo a “los dirigentes a quienes no les
hace falta ir ni bien ni mal en la economía, a los que se puede
calificar de ricos sin necesidad de contar con el dinero. El rico
habitual paga por los servicios como las vacaciones al extranjero, pero a
estos de la dirigencia, aunque no tienen dinero en el bolsillo, no les
hace falta tampoco porque si vacacionan o quieren realizar alguna
actividad no es con el dinero con lo que cuentan, a diferencia de la
mayoría de la población”, concluye.
Ciudades como La Habana y Santiago de Cuba muestran enormes diferencias
en su desarrollo social. Por eso medir el surgimiento de individuos con
recursos económicos que están visiblemente por encima de la mayoría se
hace desde otro ángulo. La periodista independiente y filóloga Yusmila
Reina Ferrera así lo confirma.
“La gente identifica a los nuevos ricos, porque el oficialismo se
encarga de señalarlos, de hablar de ellos, pero todo el mundo sabe
quiénes son los que estaban antes, que son los del gobierno. La gente no
se imagina cuánta riqueza tiene los de la cúpula del poder. Cada vez
que sale un documental, algún material sobre ellos o sus familiares, es
algo trascendental y es prohibida su circulación”, señala
“Aquí en Santiago de Cuba se identifica al que tiene dinero por la ropa
que usa, la casa protegida con rejas o el carro que tenga (aunque no sea
de último modelo, pero que esté bien cuidado)”, dice Ferrera, quien
imagina las clases sociales como una piramide y ubica entre los más
afortunados a "las jineteras que han tenido éxito, los proxenetas que
están asociados a ellas y que "especulan", es decir, se exhiben con lo
que tienen en los lugares que venden en CUC, estos tienen acceso a
tomarse una cerveza, comerse un pollo frito, y eso se nota por las
condiciones de vida tan malas que tiene la mayoría de la población que
ve esto como algo imposible”.
La autocracia criolla tolera a ricachos, mazorcas, bisneros o macetas,
siempre que demuestren fidelidad pública, sean cooperativos, no se
"señalen" demasiado, no se interpongan en el camino y, sobre
todo, siempre que jueguen con la cadena, pero no con la fiera herida.
Fuente:
Martinoticias